domingo, 1 de diciembre de 2019

Los recuerdos del corazón

Siempre escucho a las familias comentar lo difícil que es ser padre y madre, lo que te cambia la vida un hijo, todas las alegrías que te dan, lo que te aportan, lo que te hacen crecer...pero siempre tenemos ese miedo a equivocarnos, a hacerlo mal, a poner un castigo exagerado, temor a que se alejen de nosotros, de perderlos. Creo, que este miedo a hacerles daño, a aumentar su dolor, es aún mayor en las familias de acogida.
No sé porque motivo, las familias y la sociedad en general, tenemos la creencia de que cuando acogemos a un niño o a una niña, al pasar por el umbral de nuestra casa, nuestro hogar, estos chicos dejan su "mochila" en la puerta por arte de magia, ese dolor que traen, esa pena, esa rabia, esos miedos...desaparecen. Es cierto que le damos todo nuestro amor, algo que en muchos casos no han recibido en su vida, que desde el minuto uno pasan a ser un miembro más de nuestra familia, de nuestro grupo de amigos, de nuestros vecinos, pero ellos necesitan muchos minutos, horas, días, semanas, meses y años para curar todas las heridas que traen en su corazón.
Muchos de nosotros, que hemos tenido una vida "normal", una familia "normal", nos preguntamos porqué es tan largo este proceso, yo he llegado a una conclusión, no sé si acertada o no; estos niños y niñas no han tenido en sus primeros años de vida lo más importante para ser una persona emocionalmente fuerte y con autoestima, les ha faltado esa persona adulta que les guíe, que les abrace, que les consuele, que les levante, que les deje caer, en definitiva, les ha faltado un adulto en el que confiar. Y ahora llegamos nosotros y queremos que en 60 segundos se borre todo, que olviden esos recuerdos que tienen grabados en la memoria de su CORAZÓN, esos recuerdos que son tan difíciles de curar y de aliviar. No existe receta mágica para curar estas heridas, puede ser que queden cicatrices tras un largo "tratamiento", pero lo único que tengo claro es que estos chicos y chicas se merecen una oportunidad, una nueva vida cargada de amor, respeto, empatía, confianza, abrazos, paciencia...ayudándoles a crear recuerdos bonitos que llenen la memoria de sus corazones.

Dedico esta entrada a todas esas personas comprometidas con la vida, a esas personas que le brillan los ojos, que no pasan desapercibidas cuando pasan por tu lado. A mis padres, que fueron todo un ejemplo para mí. Por tod@s vosotr@s.

domingo, 24 de febrero de 2019

"Eres cómo una madre para mí..."

Acoger, no es sólo compartir tu tiempo, tu hogar, tu familia, tu amor con una personita muy especial, es también CRECER, MEJORAR, SUPERAR OBSTÁCULOS, AVANZAR, y como no, EMOCIONARSE.
Para algunos, resulta difícil mostrar a los demás nuestra parte más tierna, nuestros sentimientos, nuestro dolor, e incluso, nuestra alegría. Esto le ocurre muchas veces a nuestros niños y niñas de acogida, llegan a un nuevo hogar, reciben todo el cariño del mundo, abrazos cargados de ilusión....y como familias de acogida confiamos y esperamos que todo esto curará rápidamente las heridas, que esos abrazos y muestras de cariño serán recíprocas desde el primer momento....pero todo lleva su tiempo, tenemos que dejarles que aprendan a confiar, a dejarse querer. Este mundo de emociones y sentimientos es nuevo para ellos/as, sólo tenemos que tener paciencia, seguir cada día ahí, a su lado. Hasta que una noche llegas a tu habitación y encima de tu cama te encuentras una nota: "Eres cómo una madre para mí, pero sin el cómo". En ese momento, sonríes emocionada, ves pasar ante tus ojos muchos de los momentos vividos a lo largo de estos años, esos momentos que nos han hecho crecer, avanzar, superar obstáculos...Después de leer cien veces más la nota, la doblas y guardas en la caja de "cosas bonitas  que llegan al alma", ahí arriba, encima de todas esas cosas bonitas que has ido guardando estos últimos años.
P.D. Tengo que comprar una caja nueva, nos esperan muchas más cosas lindas que guardar.